(Echinotrix diadema)
El erizo de mar pertenece a los equinodermos (echinodermatas). En todo el mundo existen 975 especies conocidas. A este grupo de animales marinos invertebrados pertenecen las estrellas de mar, los ofiuroideos, así como los pepinos y erizos de mar. Lo característico de sus cuerpos es que están cubiertos por púas y subdivididos en cinco partes iguales, ordenadas simétricamente alrededor de un punto central. Poseen un esqueleto constituido por placas calcáreas y un sistema vascular acuífero lleno de líquido. El erizo de mar, además de su caparazón redondo de placas calcáreas, posee púas móviles. Con cinco hileras de pies ambulacrales, los que frecuentemente están cubiertos por púas, el animal se desliza sobre las rocas y el lecho marino, para comer algas y pequeños animales. La boca está situada en el centro y lleva la así denominada “linterna de Aristóteles”, la que está compuesta por cinco grandes placas calcáreas que trabajan como un maxilar. Habitualmente, después de comer, los animales regresan a sus huecos, los que han cavado en rocas blandas. Los erizos de mar tienen un diámetro que va desde los 6 a 12 centímetros. Se encuentran en las zonas costeras, en el fondo marino donde llega mucho sol y en los arrecifes.
El Erizo de Mar en la Mitología: Como lo demuestran muchos hallazgos en Europa Central y Occidental, las petrificaciones de los erizos de mar han llamado la atención de las personas desde la Edad de Piedra. Sus fósiles eran denominados serpientes de piedras o piedras del alma, las que también fueron muy importantes para los celtas. Los erizos petrificados son, según la opinión de muchos investigadores, el famoso huevo de serpiente (Ovum Anguinum) de los druidas. En muchas tumbas de los galos se colocaban estos fósiles. En Bohemia, estas piedras especiales se llamaban “Duckaneck” lo que significaba “piedras del alma”. Eran un símbolo de las enseñanzas druidas, según las que la muerte era únicamente la mitad de una larga vida. El Erizo de Mar en la interpretación de los sueños: él quiere ayudarnos a prestar atención a nuestros límites protectores, a llevarnos a encontrar nuestro propio espacio.
La Esencia de Erizo de Mar: Nos ayuda a encontrar las distancias y cercanías adecuadas en las relaciones. Imagínese al erizo de mar viviendo sólo en el lecho marino. Está protegido por su caparazón de púas, con el que se siente seguro en su ambiente, ya que sabe que sus posibles enemigos lo evitan gracias a ellas. Pero se siente sólo y comienza a buscar un compañero, hasta que finalmente lo encuentra. Ahora los dos se acercan, disfrutan de la cercanía y la presencia del otro. Al acercarse demasiado, se pinchan entre si, por lo cual se separan sobresaltados. Luego cada uno nuevamente está sentado en su roca y se siente sólo. Entonces deciden acercarse nuevamente, etc. El hombre es un ser social que sobrevivió por siglos únicamente en grupos, en clanes y familias. Asimismo, cada ser humano anhela cercanía emocional, amor y cariño. Estas son una de las necesidades básicas. Sin contactos sociales, sin caricias, cariño, comprensión y amor, también físico, el ser humano se empobrece cada vez más y se vuelve solitario. Lamentablemente la vida “moderna” de un habitante de ciudad está cada vez más impregnada por el consumo. Uno pasa el tiempo delante de la computadora, el televisor o haciendo compras. El hombre promedio de los países industrializados estadísticamente pasa cada vez menos tiempo con la familia, los amigos y los hijos, por lo que cada vez más personas sienten un vacío interior.
Cuando tenemos la suerte de poder vivir una relación, de tener una pareja o hijos, siempre reaparece la sensación de que nos movemos como un péndulo. Por un lado, queremos que la persona amada esté siempre a nuestro lado pero, por el otro, tenemos también nuestras necesidades y requerimos nuestro espacio privado. Si no logramos establecer un equilibrio, en lo posible al principio, las relaciones pueden sufrir o inclusive romperse. Cada ser humano busca cercanías y tiene la necesidad de ser independiente en determinados ámbitos. La esencia nos ayuda a desarrollar una mayor comprensión para con nosotros mismos y también hacia los demás. Al aumentar nuestro amor propio se pueden superar los miedos. Bajo el manto de púas nos sentimos más protegidos y seguros.
Entonces somos más seguros de nosotros mismos y podemos desarrollar confianza, la que nos permite poner límites individuales, los que deben ser claramente conversados y aceptados en la relación. Veremos cómo ésta florece y evoluciona. El aire que todos necesitamos para vivir ya no es estrangulado por un abrazo demasiado apretado, basado en el temor; y el amor puede crecer y desarrollarse. Así, la esencia nos ayuda a encontrar el lugar adecuado dentro de una pareja u otro tipo de relación entre personas. Cada cultura maneja de forma diferente las distancias y cercanías dentro de sus relaciones. Es importante que, gracias al amor propio nuevamente logrado, desarrollemos confianza en nuestra propia protección y podamos acercarnos de manera adecuada a los demás, y aprender a respetar al otro íntegramente, con todas sus necesidades. Nos ayuda a encontrar el equilibrio correcto entre cercanía y distancia.